Casi todos seguramente hemos visto alguna vez esta escena:
Una final de alguna competencia de cualquier deporte y al momento de entregar medallas algunos deportistas al recibir su medalla de segundo lugar no la quieren recibir, no permiten que se les ponga o simplemente se las quitan de inmediato.
Mucha gente excusa la conducta con frases como «es que yo quería la del primer lugar», «de los segundos lugares nadie se acuerda».
¿Qué tan responsable es este gesto?
Espero estén de acuerdo conmigo que para llegar esas instancias hay un esfuerzo y gasto de recursos tanto humanos como materiales. Hay detrás el apoyo de familiares y gente que cree en el deportista. Hay horas de entrenamiento, cuidado del cuerpo, descansos, lesiones, rehabilitaciones, consejos de amigos, porras, mensajes de texto, llamadas telefónicas, consejos de entrenadores, felicitaciones, etc.
Cuando un deportista no gana, no necesariamente es por su propio desempeño, también debe de reconocerse que hay rivales superiores o simplemente no tomamos las decisiones adecuadas o veníamos disminuidos en algún aspecto.
Y entonces cuando la competencia termina, nos toca no ganar, ese segundo lugar que obviamente quisiéramos que fuera para otro. Pero esa es la realidad, ese es el resultado.
Quitarse la medalla o rechazarla puede parecer solo una descortesía pero va más allá. Es rechazar y no aceptar que ese es el resultado, negar que tal vez el otro fué mejor, en dejar de lado todo el apoyo que recibimos de familiares, amigos, entrenadores, etc. Es no valorar todo el trabajo que hay detrás por qué no nos gusta el resultado. Nuestros seres queridos obviamente celebrarán un segundo lugar y quisieran al igual que nosotros el primero pero eso no quita lo orgullosos que puedan sentirse. Y al mostrar ese gesto de desagrado no estamos pensando en ellos.
Estamos pensando sólo en nosotros. Además de que es una situación no muy correcta para un protocolo que debe de ser de alegría. La premiación es para los mejores de la competencia y se tiene la fortuna de estar ahí.
No todos tienen esa fortuna, habrá muchos que quisieran estar en ese lugar.
Y más que rechazar la medalla o reconocimiento, lo correcto sería agradecer a la vida, al deporte, que nos ha puesto ahí entre los mejores para celebrar y no para sufrir.
Finalmente esa medalla simboliza el trabajo de todos un equipo, familia, amigos y sociedad que nos tiene como su representante. El rechazar la medalla es rechazar todo eso también.
¿Ustedes qué piensan amigos míos?
Fotos tomadas de internet. No tengo los derechos de las mismas.
Un saludo.
Escrito por Carlos Castro @dtcastrog
Director Técnico egresado de la Federación Mexicana de Fútbol. Actualmente estudiando Máster de Psicología del Deporte SIPD.