Como resumen, estos son los principales cuidados de los rosales en maceta:
- Maceta: una maceta profunda, preferiblemente de barro.
- Sustrato: rico en turba y en nutrientes, suelto y con un buen drenaje.
- Riego: frecuente, diario en verano y cada tres días en invierno.
- Abono: mensual, específico o con guano.
- Poda: limpieza de hojas y tallos secos. Poda de rejuvenecimiento cuando sea necesaria.
- Trasplante: cada dos o tres años.
Maceta para un rosal en maceta
Los rosales necesitan una maceta con una buena profundidad. Dependiendo del tipo de rosal, la mínima necesaria cambia. Un rosal mini tendrá suficiente con un recipiente de unos 35 cm de profundidad, mientras que otros arbustos de mayor tamaño agradecerán recipiente de hasta 50 cm. Mención aparte merecen los rosales trepadores, que necesitan cuanta más profundidad, mejor, con lo que las macetas de ánfora son una gran opción.
Respecto al material, las macetas de terracota o cerámica son siempre una mejor opción. Ayudan a mantener la temperatura de las raíces y el sustrato más estable, además de favorecer la evaporación del exceso de humedad por transpiración. Es indispensable que tengan agujeros de drenaje. En lo que se refiere a la ubicación de la maceta, la pondremos siempre en una zona lo más soleada posible.
Sustrato para las rosas en maceta
Los rosales son plantas que necesitan de gran cantidad de nutrientes, así que debemos preparar un sustrato con base de turba que sea rico en materia orgánica, además de ligero, para ofrecer un buen drenaje.
Antes de nada, mejora el drenaje de tu maceta añadiendo grava gruesa, piedras redondas de río o trozos de teja o maceta al fondo de tu recipiente, formando un lecho. Así ayudarás también a que el sustrato no se salga por los agujeros de drenaje. Después añade el sustrato con base de turba, que es buena idea enriquecer con una tercera parte de compost o humus de lombriz, para darle nutrientes.
Riego del rosal en maceta
Cómo regar un rosal en maceta no se diferencia demasiado de cómo hacerlo con los de exterior, excepto por la frecuencia. Los rosales en exterior tienen acceso a más humedad en la tierra y pueden aguantar bastante más tiempo sin agua.
En maceta, en cambio, el rosal necesitará que se le riegue aproximadamente cada día en verano y cada tres días en los meses fríos. Es muy importante prestar atención a las señales que nos da la planta en este sentido, y aprender a cogerle el punto para no regar demasiado poco ni demasiado.
Los rosales son bastante susceptibles al ataque de hongos ante los excesos de humedad, por lo que hay que regar sin encharcar y procurando no mojar las hojas ni las flores, limitándonos a mojar el suelo. Usa una regadera de cabezal fino.
Abono de los rosales en maceta
Al estar situada en una maceta, la planta es más susceptible a la falta de nutrientes, ya que el riego tiende a arrastrarlos. Por ello, será necesario abonar el rosal en maceta más frecuentemente que si estuviese plantado en exterior.
Puedes recurrir a abono específico y aplicarlo una vez al mes según instrucciones, o decantarte por la vía ecológica y servirte de humus de lombriz o guano, este último especialmente recomendado para rosales. Si tu rosal presenta síntomas de clorosis férrica, es decir, amarilleamiento o pérdida del color verde de las hojas, añade algún suplemento de hierro a la tierra.
Poda del rosal en maceta
A la hora de plantearnos los cuidados de un rosal en maceta, la poda es vital para mantener bien el estado de la planta. Para saber cómo podar un rosal en maceta, lo más importante es tener en cuenta que hay llevar un mantenimiento constante en la planta retirándole las hojas, flores y tallos secos. Más adelante, si el arbusto ha crecido demasiado, puede realizarse una poda de rejuvenecimiento a unos 10 cm a ras de suelo, que ayudará a que vuelva a crecer con fuerza y vitalidad.
Trasplante del rosal en maceta
Otro de los cuidados del rosal en maceta es el trasplante. Será necesario renovar la tierra del rosal cada dos o tres años, aunque mantengamos el mismo recipiente. Renueva dos terceras partes del sustrato aportando uno nuevo enriquecido con nutrientes, y poda las raíces de la planta en la misma proporción para que vuelvan a crecer nuevas.