No, no es casualidad. Tampoco una sensación sin fundamento real. Es un hecho científicamente probado. Con el cambio de tiempo duelen los huesos y, según se van recrudeciendo las condiciones meteorológicas, esa incomodidad se hace más patente en las ‘bisagras’ más castigadas de nuestra anatomía: las rodillas.
¿Por qué aparecen estas molestias? «Se deben a diversos factores. En primer lugar, el frío hace que se produzca una vasoconstricción para contrarrestar la pérdida de calor, lo que provoca que llegue un menor aporte sanguíneo a cualquier articulación de nuestro cuerpo», explica Antonio Ríos, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica.
Con la bajada de las temperaturas, además, «la viscosidad de los fluidos de nuestro organismo se ve modificada». Clave en la lubricación y amortiguación de las articulaciones durante el movimiento, «el líquido sinovial es uno de los grandes damnificados por esos cambios, volviéndose más denso y difícil de movilizar’.
Ríos explica que, en esta época del año, «los músculos también tienden a contraerse, provocando un acortamiento tendinoso que puede afectar al rendimiento y provocar calambres o contracturas».
CALENTAMIENTO
Hasta aquí el relato de los (molestos) hechos. La pregunta es: ¿podemos hacer algo evitar que el frío limite nuestra actividad física? «Tal y como ocurre con el aceite de un coche, los fluidos corporales han de estar a la temperatura adecuada para acreditar el nivel de viscosidad correcto para cumplir con su función. La clave, por lo tanto, radica en llevar a cabo un buen calentamiento previo que, además, nos permita mejorar la elasticidad de las fibras musculares y tendinosas así como las de las articulaciones», recomienda.
‘Ironman’, maratoniano y autor de cinco libros en los que relata sus experiencias como deportista (‘Del sillón a la maratón’, ‘Historias en zapatillas’ , ‘Una muleta en el Everest’, ‘Una mente en blanco’ y ‘Cuatro horas’), este especialista nos brinda sus consejos para que tampoco se vea afectado nuestro ritmo de entrenamiento.
1. «Vestir por capas. Es aconsejable llevar pegada al cuerpo una buena prenda técnica que no retenga la humedad y una exterior gruesa y aislante que nos podamos quitar al entrar en calor».
2. «Conviene usar guantes y calcetines de lana o polipropileno que nos mantengan a salvo de la humedad. Una de las partes del cuerpo por donde se pierde más calor corporal es la cabeza. Por eso, es muy importante protegerla con un gorro y, a ser posible, también cubrir las orejas».
3. «Calentar, al menos, durante 15 minutos antes de empezar la sesión. Cuánto más frío haga, más lento y progresivo debe ser el inicio del ejercicio».
4. «Respirar por la nariz».
5. «Hidratarnos igual que en verano o cualquier otra estación. Aunque sudamos menos, debido a la sequedad del ambiente, se pierde más agua por el aparato respiratorio».
6. «No exponernos a cambios bruscos de temperatura. Cuando realizamos una actividad física, nuestro sistema inmunitario se activa y se comporta como un vigilante dispuesto a neutralizar cualquier agresión en forma de virus o bacterias. Hay una menor probabilidad de resfriarnos, pero el organismo no es invulnerable. Es fundamental evitar las corrientes y, una vez finalizada la actividad física, debemos cambiarnos de ropa lo antes posible»