Escrito por Patricio García
Me encontraba con mis viejos amigos que tenía años sin verlos. Mis amigos Milton, Noé y mi amiga Anahí. Me mencionaron que tenían muchas ganas de conocer la famosa “Cueva de los murciélagos” , yo estaba intrigado también por saber cómo era estar en ese gran paisaje. Una cueva que en años anteriores era muy usual subir y conocer sus interiores pero por cuestiones de seguridad se dejó de hacer eso.
En el día domingo, alrededor de las 6:15 pm, nos encontrábamos en camino, vimos un puesto de Snack y paramos un poco a comer algo. Mientras comíamos mi amiga Anahí dice “Imagínate todos los secretos y misterios que puede llegar a tener ese famoso lugar, tiene demasiados años y no me sorprendería que tuviera alguna leyenda”. Yo de acuerdo con su opinión le respondí “Seguro a que si, es un lugar muy visitado y no dudo que tenga mucho de qué hablar”. Seguimos en camino hasta que llegamos a la cueva, subimos unas escaleras y Noé nos toma algunas fotografías (de fondo salía la cueva).
El día empezó a ponerse muy nublado con muchas probabilidades de lluvia así que nos marchamos del lugar. El siguiente día le digo a mi amigo Noé “Oye amigo, ¿Me podrías pasar las fotos que nos tomamos ayer?, a lo que me responde “Si amigo claro, enseguida te las mando”. Yo suelo ser una persona muy observadora en las fotos, no me gusta que salgan detalles que arruinen los paisajes como por ejemplo: El cableado eléctrico, la poca iluminación, las aves, etc. En el preciso momento que veo las fotografías, veo algo que me dejó dudando, le acerque el zoom a la cueva que salía de fondo y veo una silueta de un hombre caucásico y un tanto corpulento (grande o gordo).
Me quedé impactado viendo eso por qué sabía que era casi que imposible que una persona esté en la cueva, es una altura muy difícil para escalar si no se tiene un equipo especial.
Le mostré la fotografía a mis amigos y se quedaron igual de sorprendidos, pero eso fue el detonante para que nos armáramos de valor y subiéramos a la cueva a ver con nuestros propios ojos lo que pudiéramos encontrar ahí.
Rentamos un equipo de escalar, subimos hasta la cueva y no encontramos nada más que murciélagos. Nos tomamos una selfie en la cueva. En ese momento vimos la foto y atrás de nosotros se encontraba la misma silueta del hombre que estaba ahí. Inmediatamente nos pusimos en estado de nerviosismo y duda. Cabe aclarar que estaba oscuro; eran las 8:20pm casi que estaba cayendo la puesta del sol, así que encendimos nuestras linternas y seguimos buscando pruebas físicas de ese supuesto hombre.
Siempre nos quedó esa duda a nosotros 4. No vimos nada físicamente así que decidimos bajar. Pasa una semana aprox. y volvimos a ir, pero a la zona de abajo (para tomarse fotos), había más gente alrededor tomándose algunas fotografías también. Yo tenía mi celular tomándoles una foto a mis amigos y se me acerca un hombre corpulento y caucásico que me dice “Hola qué tal, amigo ¿Me harías el favor de tomarme una foto con mi cámara?. Amablemente le contesto “Claro que si”, le tomé la foto y empezamos a charlar un poco mis amigos, yo y el sujeto. El susodicho nos empieza a contar que el siempre le gustaba mucho escalar, era una pasión para el. Mi amiga Anahí le pregunta “Y todavía, ¿Sigue escalando o ya no lo hace?” Y el hombre un tanto despistado evade la pregunta de mi amiga.
El sujeto con una voz muy quebrada y casi llorando nos dice a nosotros “Hace algunos años tuve un accidente con unas personas que subieron a la cueva, a ellos no les pasó nada pero a mi, me tocó la peor parte, los malditos me empujaron y caí muy bruscamente, son estas personas miren” (Nos muestra una foto de nosotros 4).
Pensamos que era una broma pero aún así mi amigo Noé le dice “Wow sobrevivir a una caída de ese calibre si que es un verdadero milagro”, pero el hombre le responde “No sobreviví amigo, es imposible sobrevivir a una caída de esa altura” Después de esa respuesta nos quedamos cuestionando mucho, pero recordamos aquella selfie que nos tomamos en la cueva hace días y se la mostramos.
El sujeto nos dice muy seguro “Esa silueta que sale atrás, es mía”. Lo tachamos de loco, pero amablemente nos despedimos de él. Pasan dos días y nos volvimos a reunir los mismos para volver a escalar hacia la cueva en busca de misterios. Volvimos a rentar el equipo de escalar. Ya que estábamos arriba, sentíamos una vibra muy tensa en el ambiente.
Encendemos nuestras linternas y nosotros 4 estábamos observando con nuestros propios ojos al hombre que habíamos tachado de loco, con demasiada sangre corriendo por su cuerpo, como si se tratase de la caída que tuvo. Quedamos paralizados sin saber que estaba pasando, el hombre se nos acerca lentamente, y sigue, y más y más. Literalmente no teníamos palabras para describir el suceso.
El hombre nos estaba gritando con una voz muy desgarradora. Estábamos todos asustados, sin saber qué hacer. El sujeto gritando de igual manera dice “A mi no se le olvida nada y retome mi venganza de ustedes mismos”. Cuando termino de decir eso, en el piso vimos los cadáveres de las mismas personas que él nos había mostrado, esas personas, éramos cada uno de nosotros. Después de ver aquella imagen desgarradora, desperté, toda era una pesadilla, estaba despertando y me encontraba con muchas más personas en un manicomio.