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Cada día millones de personas sienten ardor e irritación en los ojos, e incluso su vista está algo borrosa, tras pasar la jornada laboral frente a la pantalla del ordenador y permanecer expuestas a la calefacción o el aire acondicionado de la oficina. Es el llamado síndrome del ojo seco, el término médico utilizado para referirse a la alteración que se produce en la superficie de la córnea y la conjuntiva por falta de lágrima o porque ésta es de mala calidad. Como consecuencia, la superficie del ojo no está bien lubricada, lo que puede dar origen a molestias oculares, disminución de la visión y lesiones en la córnea y la conjuntiva.
Síntomas
Aunque parezca extraño, las personas con ojo seco tienden a tener los ojos llorosos a menudo, lo que no es más que la respuesta del ojo a la irritación causada por esta afección. Quienes sufren este síndrome pueden sentir que no son capaces de mantener los ojos abiertos por mucho tiempo o incomodidad en los mismos después de mirar la pantalla del ordenador, leer o ver la televisión durante largo rato. Entre los principales síntomas figuran:
- Sensación de escozor, ardor o de tener algo en los ojos.
- Mucosidad espesa en los ojos o alrededor de ellos.
- Sensibilidad a la luz.
- Enrojecimiento.
- Dificultad para usar lentes de contacto.
- Problemas para la conducción nocturna.
- Lagrimeo excesivo.
- Visión borrosa u ojos cansados.
Causas
Las lágrimas mantienen la salud de la superficie ocular y ayudan a proporcionar una visión clara. La falta de cantidad y calidad de las mismas, por tanto, puede alterar y producir un efecto negativo sobre la calidad de vida de las personas que sufren este síndrome de disfunción lagrimal. Este problema se puede desarrollar por diversas razones y factores de riesgo, entre los que destacan:
- La disminución de la secreción debido a la edad, pues con el envejecimiento se atrofian las células que generan las lágrimas de manera constante.
- Los cambios hormonales que experimentan las mujeres, ya sea por el embarazo, la menopausia o por el uso de anticonceptivos orales.
- Los factores ambientales, especialmente en entornos con mucha evaporación (viento, aires acondicionados, calefacciones, etcétera).
- La lectura prolongada, pues durante la misma se reduce el parpadeo, con lo que la lágrima no se distribuye correctamente y aumenta su evaporación.
- Algunas enfermedades sistémicas (síndrome de Sjögren, artritis reumatoide, lupus eritematoso, etcétera).
- Llevar lentes de contacto para uso prolongado.
- Algunos procedimientos quirúrgicos oftalmológicos que implican incisiones en la córnea o remueven tejido en ella.
- Algunas enfermedades cicatrizantes de la superficie ocular, como la conjuntivitis vírica severa, conjuntivitis atópica o enfermedades autoinmunes.
- Una gran variedad de medicamentos comunes, tanto con receta como de venta libre.
Prevención
El síndrome del ojo seco requiere un buen diagnóstico por parte del oftalmólogo para poder identificar su causa principal y lograr una cura o estabilidad de la dolencia. La falta de tratamiento en casos leves puede provocar muchas molestias e incomodidad para realizar las labores cotidianas. Sin embargo, en casos moderados o severos, puede causar pérdida de visión, infecciones repetidas o incluso, en casos extremos de enfermedades cicatrizantes, la pérdida total del ojo por una perforación secundaria a un adelgazamiento corneal por desecación.
Existen algunas medidas útiles para evitar la sequedad ocular ocasionada por causas ambientales, la más habitual entre la población general:
- No exponerse a corrientes de aire que favorezcan la evaporación de la lágrima (no orientar ventiladores hacia la cara, no conducir con las ventanillas abiertas, usar gafas de sol protectoras cuando estemos en el exterior, etcétera).
- Evitar la sequedad ambiental mediante el uso de humidificadores.
- Protegerse de la polución, evitando la playa y el campo en días de viento.
- Protegerse del polvo doméstico, el humo del tabaco y los disolventes.
- Forzar el parpadeo varias veces al día, especialmente cuando se está usando la visión próxima.
- Limpiar las glándulas lagrimales a menudo con una toallita o un disco desmaquillante.
Además, llevar una dieta rica en ácidos grasos esenciales (omega 3) como frutos secos o pescado azul puede ser beneficioso. Los pacientes que consumen una cantidad mayor de grasas buenas en relación con las malas tienen menor riesgo de desarrollar ojo seco, según diversos estudios.
Tratamiento
La base del tratamiento son las lágrimas artificiales, mientras que las pomadas lubricantes son una buena opción para los casos más severos y suelen utilizarse antes de acostarse. En el mercado hay una gran variedad de ellas, de modo que es conveniente consultar al oftalmólogo para que nos indique las más adecuadas según nuestro caso particular. Las lágrimas artificiales lubrican la superficie ocular y sirven tanto para sustituir la falta de cantidad, como para mejorar la calidad de la película lagrimal. Eso sí, son más recomendables las que no tienen conservantes, ya que a largo plazo tienen menos efectos tóxicos sobre el ojo.
En algunos casos, en función de la severidad y de la causa, el especialista puede recetar colirios, como antibióticos o antiinflamatorios, suplementos de omega 3 o a veces fabricar suero de la propia sangre del paciente para casos severos de ojo seco.
Si con los tratamientos tópicos no mejora el problema, otra vía es el taponamiento de los conductos lagrimales. Al evitar el drenaje rápido de las lágrimas, se consigue conservar la hidratación ocular y proteger el ojo.
En cualquier caso, lo más importante es acudir periódicamente a la consulta del oftalmólogo, ya que la detección y el tratamiento precoz del síndrome del ojo seco resultan esenciales para la prevención y mejora del daño ocular.